El topacio azul es una de las gemas más hermosas que os podréis encontrar, y de hecho por esa razón, además de por su exclusividad, es la pieza central de la corona real portuguesa.
Presenta diferentes colores del arcoiris, aunque por lo general tiende a los azulados, que como su propio nombre indica, son los que le han dado la fama. Bueno, fama que también comparte con su simbología, pues se le relaciona nada más y nada menos que con la buena salud y la longevidad; una de las razones por las que se suele emplear mucho como amuleto y como elemento en rituales esotéricos. Especialmente por aquellos que cumplen años en noviembre y diciembre, pues se relaciona con esos meses.
Pertenece a la familia de los silicates, y si bien se presta sin mayor problema a ir en solitario o para incluir en colecciones, se emplea en gran medida para incrustar en conjuntos trabajados. La verdad es que el resultado que da en combinación con otras gemas como la kunzita es increíble. A ello también ayuda su estructura, pues en la escala de Moh´s cuenta con una graduación de 8.0; es decir, que es muy robusta. Por cierto, ¿sabíais que el término “topacio” viene de la palabra griega “topazos”, el antiguo nombre de la isla St. John, en el Mar Rojo? También hay quien dice que puede proceder de “Tapas”, que viene a significar “fuego”.
Los mejores topacios azules se dan en Brasil, Sri Lanka, Pakistán y Rusia, por lo que si tenéis una pieza de este origen o pensáis haceros con una, tened mucho ojo con la limpieza, pues no debéis emplear máquinas de ultrasonidos o vapor; podrían dañar la superficie. Lo ideal es recurrir la técnica de toda la vida; es decir, una limpieza cuidadosa con agua templada jabonosa.
